TRAVESÍA A LA UNIVERSIDAD por: Estefanía Cruz

La distancia no impide llegar.
La inexistencia de establecimientos superiores aledaños o la disponibilidad de carreras dentro de las universidades de una ciudad, son motivos para que los estudiantes se trasladen lejos de casa.  

Mi travesía comienza los días lunes, alas 4:20 de la mañana. Al son de una canción de Romeo Santos. Me levanto y  me dirijo a bañar, a esas horas de la madruga, en donde es difícil escoger la temperatura adecuada de la ducha. Mi madre Rita, empieza a preparar mi desayuno, apurada como siempre.

Al salir de la ducha, el frío estremecedor congela mis piernas, dejándolas como un refrigerador. Ahora lo que necesito es vestirme rápidamente. Ha transcurrido solamente 15 minutos, son las 4:35 de la mañana. Menos mal que toda mi ropa está ordenada  y empiezo a buscar unos pantalones que no estén rotos, los que me demoro en encontrar, para aguantar el frío de afuera.Acabando de desayunar, cepillo mis dientes, me cercioro que todo mi maquillaje este bien. Tomo mi mochila naranja, y finalmente, salgo de casa. Despidiéndome de mi madre,quien siempre me pide que llegue temprano.

Me persigno y  salgo a esperar el bus.  En la parada del bus del barrio Selva Alegre, que es donde yo vivo, solo puedo ver a colegiales bien peinados con sus uniformes pulcros y sus zapatos bien lustrados entusiasmados por ir al colegio.

El cielo aún esta oscuro, se observa solo pocas luces acompañadas del brillo de la luna en el monumento al choclo.Caminando voy tiritando del frió, con mis manos en los bolsillos, mis auriculares en las orejas y mi enorme maleta naranja, que solo lleva un cuaderno y el cosmetiquero. La  parte más atareada de mi travesía, inicia cuando espero un bus, Condorvall, para trasladarme a la Facultad. A toda velocidad y haciendo ruido con su pito, se logra divisar un letrero azul y rojo que dice“UCE”

Apenas coloco un pie sobre la gradilla del bus. Veo que me ahorrare cincuenta  y cinco centavos por que conozco al conductor. Al subir, un calor recorre mis mejillas, logro distinguir olores agradables y nauseabundos, pero me toca aguantar,  a duras penas puedo sentarme adelante, a esas horas los buses van tan repletos que parece que llevaran sardinas enlatadas; por suerte iré sentada. Quizá converse con el conductor, antes que el sueño, causado por el calor, me haga dormir. Son 25 kilómetros, que tardará el bus hasta dejarme en mi destino.

José Luis o Joselo, el conductor de la buseta,un joven de aproximadamente 27 años de edad, corpulento, con cabellera encrespada,una barba muy peculiar, y aparatos en sus dientes, empieza a conversar conmigo, y por lo que veo, esta plática durará todo el trayecto.

Hemos transcurrido 22 kilómetros. Nos encontramos en el Trébol. Entre palabras y palabras,abusando de la confianza de José Luis, aprovecharé para hacerle unas preguntas,que me serán de utilidad para culminar mí trabajo de periodismo actual. 

Le he preguntado sobre la cantidad de pasajeros que transportan a diario, la ruta que se dirige a la universidad.

  • ¿Quisiera saber cómo es la cantidad,de pasajeros que llevan ustedes en la ruta que va hacia la Universidad Central?
  • La demanda de pasajeros es demasiado,porque tanto como de fajardo como de albornoz los punteros que salen, ya bajan repletos.  Menciono José Luis. 

Quise saber, además, el motivo de su pasaje tan elevado.Me explicó que se debía a los precios extremadamente altos, del combustible,  y los repuestos. La verdad ahora yo creo, que cincuenta y cinco centavos, si les representa. Ambos compartimos la idea de que el tráfico del sector del trébol es extremadamente estresante, ya que mientras conversábamos, nos encontrábamos atascados en dicho sector hace una hora. 

Finalmente, logramos salir de la congestión vehicular. Y en la avenida patria y seis de diciembre, el bus por fin se descongestiono y la temperatura se normalizó. Subiendo por la calle Bolivia,  se observa la facultad de Comunicación Social, que es precisamente donde yo estudio. Me despido de José Luis  y me bajo de aquel Condorvall. Entrando a la facultad pronto mi rutina cambiará.

Conclusión.La desventaja de quienes no vivimos cerca de nuestro lugar de estudio, es tener que soportar en los buses, olores, abusos, gritos, cansancio, calor y venir apretujados, con tal de llegar a tiempo a nuestros estudios, la distancia no impide llegar puntual a clases y mucho menos asistir.

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