«Una ciudad no olvida» – Estefany Aceldo

Latacunga, un cantón de la provincia de Cotopaxi, se vio envuelta en pánico cuando un sábado 15 de agosto de 2015, se regó por la ciudad la información de que el volcán Cotopaxi ,había entrado en actividad eruptiva y que estaban bajando lahares. Militares dela fuerza Aérea junto con la policía nacional, emprendieron sus actividades para hacer que la población comience a evacuar y se dirijan a las zonas consideradas seguras.

Amanece en la ciudad, una mañana fría caracteriza a aquel sábado, es día de trabajo en el Mercado Mayorista, para las personas comerciantes, la feria transcurría normal hasta que en el reloj se marcaron las 8:30 de la mañana, Militares invadieron la plaza de trabajo a informar a los vendedores y compradores que debían evacuar el sitio ya que el volcán Cotopaxi había iniciado su actividad eruptiva y se encontraban en una de las zonas de riesgo señaladas. Los habitantes empezaron a abandonarla precipitadamente dirigiéndose a las partes más altas dela ciudad. Buses que hacían su recorrido hacia el centro cancelaron su servicio, Militares se colocaron en las vías principales a dirigir el tránsito para evitar accidentes. Las personas corrían desesperadamente y con lágrimas evidenciaban el pánico que sentían, no querían perder a sus familiares o peor aún, que su familia se quede con un miembro menos.

Decían ¡evacúen! ¡evacúen! ¡están bajando ya los lahares del Cotopaxi! –, señala Yolanda Herrera –. Los primeros en salir corriendo del Mayorista, fueron los policías municipales,todo mundo corría sin control. 

El impacto de la noticia impidió la inmediata respuesta de la gente, unos se quedaron paralizados y no podían hacer nada, otros simplemente se echaron a correr dejando allí sus puestos de venta. Estuve presente  cuando se desarrolló dicha situación y lo que hice fue caminar, junto a mi madre, asustada mientras pedía a Dios que sea una falsa alarma y que mi familia estuviera bien. 

La escena más cruda fue ver a una señora que iba con cuatro niños hacia “El Calvario”- un sitio de Latacunga considerada zona segura- se había amarrado uno de los niños a la maleta con la mano de ella, al otro niño le había cargado en la espalda,el otro niño tenía adelante y un bebé, la señora corría, el niño que caminaba junto a ella no avanzaba al paso de la madre, pero el esfuerzo y comprensión era visible, situación que no demostraron aquellas personas que residían en esta zona, pues las risas y burlas se hicieron presentes, explica Yolanda. 

Alexandra Rodríguez salió a la calle y su vecino le informó que el volcán estaba erupcionando, los carros de la policía pasaron por cada barrio alarmando a la gente de lo que estaba sucediendo, su preocupación se centraba en su familia, resalta el caos que ocasionaron los vehículos y la reacción que tuvo la gente debido al miedo que experimentaron. Yo me encontraba yendo a clases, cuando los patrulleros con los policías informaban que teníamos muy poco tiempo para evacuar la ciudad, los locales empezaron a cerrar y la gente comenzó a salir de sus casas, ¡todo fue una locura, nadie sabía cómo reaccionar! ¡la reacción de la población fue errónea!, después de horas avanzadas del día expresa Evelyn que se dijo: ¡todo había sido un simulacro y que todo lo que había pasado fue en vano!. 

A pesar de que en la ciudad se manejaron actividades de simulacro para un caso de erupción, el miedo, el pánico y la preocupación hacen que las personas reaccionen o actúen de maneras precipitadas, se evidencia el instinto de supervivencia de cada uno al anularse la solidaridad con aquellos que no son familia, resulta importante que se valide lo que se informa a través de los miedos pues las repercusiones pueden ser graves, como en este caso la suspensión de las actividades económicas que repercute en pérdidas.

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